Soltar, es liberar el alma
Llevo toda la vida escuchando que hay que dejar ir, que hay que aceptar que los ciclos se cumplan y aprender a vivir con eso, que la vida sigue y engancharnos con el pasado no trae nada bueno, que hay que vivir el presente con lo que nos da, y esperar a que el futuro nos sorprenda.¿Cuántas veces nos encontramos viviendo una historia que ya acabó? ¿intentando rescatar de las cenizas algo que está muerto sin remedio, pero seguimos dándole respiración boca a boca por miedo a que nos falte el oxígeno? No sirve de nada colgarnos de ninguna situación, por importante que la consideremos en la vida, es sólo un desgaste de energía que nadie repondrá. Que nos corrieron del trabajo, ¡a lo que sigue! Pero si seguimos lamentándonos, intentando encontrar el por qué, pensando en lo buen trabajo que era, la cantidad de dinero que nos llegaba, los compañeros, el horario... no lograremos nunca encontrar el camino para llegar a la siguiente estación. Trillado, es cuando le dicen a uno "por algo pasan las cosas", "ya vendrá algo mejor", "cuando se cierra una puerta se abre otra", pero la realidad es que así funciona la vida, sólo es cuestión de entenderlo, pero mientras estemos intentando meterle un desarmador a la puerta que ya se cerró, nos estamos cegando a la que seguramente ya está chillando detrás de nosotros. Un ejemplo muy claro es en el amor, las relaciones terminan y eventualmente nos volvemos a enamorar, o por lo menos dejamos de sentir el dolor que al principio pensamos que no iba a desaparecer. Pero el tiempo que duremos en ese proceso es únicamente nuestra responsabilidad, si entendemos que las personas llegan a nuestra vida para algo en específico y luego se van a seguir con su misión, es más fácil comprender al amor. Pero recordemos que el amor no solamente significa estar en pareja, le profesamos amor a nuestros amigos, familiares, hasta a nuestras mascotas, y con todas estas clases de amor, estamos acostumbrados a pensar que será eterno. Algunas relaciones duran para siempre, pero tenemos que entender que otras no, y en la medida en que aprendamos a soltar, reduciremos el sufrimiento que causa la pérdida o la separación, al mínimo. Dejar ir no significa que no nos importe que alguien se vaya, el dolor es una manifestación de reproche por parte del cuerpo, lo que hay que concientizar es que darle coba al dolor no sirve de nada. Si soltamos todos los apegos que tenemos, aligeramos nuestro equipaje y el viaje de la vida puede ser mucho más placentero. Entendiendo la premisa de desapegarnos, lograremos dejar ir tantas y tantas historias de nuestra vida que no logramos cerrar, historias que nos roban energía, que incluso ni siquiera disfrutamos en su momento por estar con miedo a que se acabaran. Muchas veces ni siquiera vivimos en el presente por estar pensando en el futuro, y peor aún por estar colgados de un pasado que ya se esfumó y con el que nos empecinamos en revivir. Soltar significa hacer las paces con el pasado, intentar cerrar en paz los ciclos que abrimos y visualizar lo que podría venir a futuro sin convertir en ninguno de los ingredientes del presente, en indispensable. Debemos estar seguros que tenemos todas las herramientas para ser felices, que no son necesarias tantas cosas que hayamos ineludibles, como la presencia de seres queridos, objetos y sentimientos. Conforme vayamos apreciando todo lo que llega a nuestra vida sin requerir de su presencia para siempre, aprenderemos a vivir de una manera más sencilla, con menos expectativas que nos golpeen en la cara a cada momento, con más motivación para disfrutar lo que esté cuando esté y cuando se vaya poder recordarlo con una sonrisa, desmenuzar su impacto en nuestra vida y dejarlo ir sin regalarle ningún extra de energía. Cuando logramos desapegarnos sin cuestionar, todo se hace más llevadero y logramos comprender que aunque nos hayan inculcado el dolor y la palabra "pérdida" no son más que patrones y estereotipos que nos anclan a un pasado que se posterga hacia el futuro del que no disfrutamos nunca el presente.