Los secretos del amor
La relación con la pareja es una de las causas de mayor infelicidad. El problema es que tendemos a depositar la responsabilidad de nuestra propia felicidad en la otra persona.
Esto genera un peso innecesario en la relación. Imagina sentirte responsable de la felicidad de alguien, es demasiada presión para algo que no depende de ti.
Victimizarte y culpar al otro por tus tristezas o frustraciones es una forma cómoda de deshacerte de la responsabilidad y, a la vez, la receta perfecta para estar sol@ una y otra vez.
El principio, y secreto, fundamental de toda relación es estar consciente de que tu felicidad es tu responsabilidad. Si tu pareja no te hace feliz, es muy seguro que se deba a que tú no eres feliz como eres.
Otro de los secretos de un buen amor es mantener la individualidad, tener cosas en común es tan importante como tener sueños y metas propias. Tu pareja no es el responsable de tu camino, ni de tu éxito ni de tu realización. Una relación sana necesita que cada uno de sus componentes esté alineado en su propio eje para no chocar a la hora de girar juntos entorno a sus sueños.
Un secreto más: ríndete ante sus fallas. Por eso es importante conocerse muy bien antes de tomar un paso definitivo. Todos tenemos nuestro lado oscuro.
No puedes cambiar a nadie, ni a tu madre ni a tu pareja, no debes hacer depender tu felicidad en los cambios de personalidad del otro. Las personas somos como somos y, la buena noticia, es que así somos perfectos.
Todos tenemos la capacidad de transformarnos, de ser la mejor versión o la parte más oscura de nosotros mismos. Pero cambiar, lo que se dice cambiar, no es posible.
Si una persona ha llegado a tu vida y se convierte en alguien importante a quien le profesas amor, más allá de cambiarla puedes empezar por pensar qué hace esa persona en tu camino, qué estás aprendiendo a través de él o ella, qué emociones te pone a prueba y cómo creces y mejoras al saber afrontar las reacciones que nacen de ti.
Quienes comparten nuestro camino, sin importar el parentesco o relación que se tenga, están allí por una razón divina, no es casualidad. Si logras encontrar el motivo de cada una de esas personas, cada vez te acercarás a tu propia perfección.
Recuerda siempre que no se trata de lo que los otros hagan o dejen de hacer, sino de lo que provocan en ti. Somos un reflejo y no hablo de un “reflejo en el espejo”, sino un reflejo en acción; si te dan un golpecito en la rodilla tu pierna se levanta involuntariamente, a ese tipo de reflejo me refiero.
Si aprendes a crecer a través de la persona que amas y te logras convertir en la mejor versión de ti mism@, entonces estarás experimentando la mejor cara del amor.
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