Las dos sopas tortuosas
En nuestro camino nos encontramos con detractores. Siempre habrá la bien conocida como “piedra en el zapato” que, si no nos daña el caminado, por lo menos sí molesta cada que das un paso.
Cuando comencé con esta columna hace casi ocho años también comencé este sendero de aprendizaje intensivo. Entre las diversas lecciones que me he llevado con mis letras, está que quienes me desean hacer daño con palabras o me ofenden porque no pienso igual que ellos, cargan su propio reflejo.
Al enfocarte en lo que te molesta, le das más energía. ¿Qué significa eso?
Darle energía a una situación es alimentarla. Bien sea a punta de pensamientos o emociones, eres tú quien se convierte en la historia del huevo y la gallina. Cuando dejas ir y te desprendes de lo que no te pertenece, como emociones y pensamientos de otros, te liberas.
No es fácil, el ego se siente amenazado y comienza a balbucear un sinfín de argumentos que defienden tu postura. ¿Cómo se atreve a pensar diferente a mí, si yo tengo la verdad absoluta? Dime cómo pretender que respeten tus visiones si te permites responder con la misma piedra que te avientan?
Puedo no estar de acuerdo con las creencias o visiones de alguien, pero respetaré el derecho de todos a pensar diferente. Me inspiro en la famosa frase de Voltaire.
Cuando se trata de estos personajes que nos enseñan tanto en la vida como los tortuosos, hay de dos sopas: te enganchas y te permites ir con ellos hasta el fondo de tu propia oscuridad, o das chance a las cosas que sigan su rumbo y te enfocas en todo lo positivo que puedes sacar de esas circunstancias en las que te puedes sentir atacado. ¡Capitalizas! Ahora sí todo hace sentido ¿no?
A nadie le gusta ser atacado, señalado, enjuiciado o calificado en su manera de pensar, sentir y afrontar la vida. Molesta, enoja y te hace sentir orillado a violentar de la misma manera.
La grandeza interior permite observarte ante tales estímulos. No se trata de calificar de regreso a esa persona porque te ataca, mucho menos de cuestionarle sus paradigmas. ¿Difícil? Mucho, es de las cosas más complejas que sigo aprendiendo, porque mi naturaleza se debate en ganar la partida y ser yo, la que al final, tenga el punto a favor.
“Escoge tus batallas” aprendí en el pasado. Hay batallas que es mejor hacerles el quite, pues me sirve más tener paz que tener la razón.
Así, a cada momento, te encuentras frente a esa Y que abre sus puertas para darle la bienvenida a revolcarte dentro de eso mismo que no te gusta o para liberar la necesidad de que todos concuerden con tu pensamiento. ¡Libertad!
Lo bueno es que hay para todos, la maravilla de este infinito sistema es que siempre tenemos la opción de despertar, de romper nuestras barreras que anquilosan la mente con tanta racionalidad y de vivir la vida más en equilibrio con nuestra propia esencia y la subestimada tridimensionalidad.
Les invito a que visiten mi página con meditaciones guiadas por mí, hechas con amor y con la intención de ser una guía para que conecten con ustedes mismos: www.alasdeorquidea.com/category/vozdeorquidea/
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