Todo para mi

Últimamente he estado pensando en algo, y es que la vida me ha puesto a caminar un camino que jamás imaginé. Uno de esos en los que nunca te visualizaste y de una u otra forma la vida se las arregla para ponerte allí, como si te quisiera decir algo, enseñar algo o simplemente encaminarte hacia una ruta que se necesita tomar para que el destino cumpla su curso. En este proceso de vivir el hoy y de disfrutar lo que se ponga en frente he experimentado la necesidad de poseer, de quedarme con cada momento de mi vida que me hace feliz, con llenar ese espacio de situaciones que se reemplazan entre ellas y que dejan un sabor a ensueño. Pensar que cada persona que llega a mi vida es pasajera, que cada uno continúa cumpliendo su curso y que nada está en nuestras manos para decidir permanecer me hace perder el suelo, me asusta pensar que cualquier tipo de sentimientos que desarrolle hacia alguien, sea un familiar, un amigo o un amor, se pueden perder en el camino hacia el destino de cada uno. Podemos prometer, hacer todos los rituales habidos y por haber, jurarnos con sangre... lo que sea, nada nos asegura al ciento por ciento que tomaremos la mano de alguien por todo el trayecto. Y pensé que esa necesidad absurda de poseer llega cuando caemos en cuenta que los momentos pasan rápido y que con el tiempo se esfuman cientos de sensaciones que limitan a los recuerdos a una sola imagen, a un solo olor, a un sentimiento en particular. Poseer es equivalente a "tener seguro algo" y aunque en el fondo sabemos que nada es seguro, nos gusta hacernos tontos y creer momentáneamente en paliativos efímeros. Poseer una casa nos da seguridad, estabilidad, nos da hasta la "tranquilidad" de una hipoteca con la que podríamos pagar deudas. Poseer carros nos da un estatus, un "no sé qué que qué se yo" que nos hace más atractivos. Poseer arte nos da altura, estilo, sabor a buen gusto y seudo intelectualismo... Poseer un amor nos hace sentir menos solos y disparejos en un camino en el que la sociedad eventualmente lo exige, porque después de cierta edad hay que enamorarse seriamente, ver al futuro y planear... planear poseer unas cuantas cosas más que se requieren para iniciar esa vida que genera tanta expectativa.Entonces llegó a mi mente un mundo ideal en el que no necesitara poseer nada, ni siquiera el amor. Disfrutar de las posesiones mientras realmente sean mías, sin ataduras obligadas y dejarlas ir cuando sigan su curso. Abrazar el amor en la presentación que aparezca y dejar a un lado la necesidad de quedarme con su corazón, simplemente amar por amar, desear por desear y vivir por el puro afán de hacerlo. Poseer trae consigo más sentimientos negativos que positivos: cuando poseemos, damos por hecho. No me considero en contra de "poseer", si lo tomamos como "hoy te tengo, mañana tal vez no". Pero si se convierte en una necesidad a largo plazo, sin siquiera saber si dicha necesidad será mi propia necesidad el día de mañana... suena absurdo. Lo apasionante de nosotros, los seres humanos, es que nuestro comportamiento es absurdo, si analizamos muchos aspectos de nuestra vida, nos daríamos cuenta que estamos repletos de contradicciones, de carencias y necesidades que bien podríamos dejar pasar y sonreír con lo que hay; con lo que la vida decide que debes poseer HOY.