En sus marcas…
La sociedad es nuestra mayor proveedora de paradigmas bajo los cuales nos regimos.
Uno de estos paradigmas aparece cuando nos preguntan: ¿qué vas a ser cuando seas grande?
Estoy segura de que recuerdas esta pregunta y haberla resuelto con un: bombero, médico o abogado, como mi papá o mi mamá.
Los padres, orgullosos de ellos mismos por la gran labor que desarrollan al ser espejos de sus propios hijos, dejan pasar que la meta de un niño, desde el día uno, debe de ser: vivir una vida feliz.
Así, crecemos con todas estas expectativas de nuestros familiares y la sociedad, las cuales demarcan nuestras metas: estudiar en una universidad prestigiosa, una carrera que me prometa un futuro prominente, entrar a trabajar en una corporación de la cual, con suerte, me pueda retirar pasados los 60 para, entonces sí, gozar la vida.
Son muy pocas las personas que conozco realmente felices con este delimitado esquema de vida, que más mantiene a un sistema social funcionando que alimentando vidas hacia la felicidad.
La meta que nos meten en la cabeza es el dinero. Es justo por esa meta que nos truncamos la vida, quienes tienen mucho no han parado de trabajar por hacerlo y quienes no lo tienen se rompen el lomo buscándolo, casi seguro en los lugares equivocados.
¿Me creerías si te dijera que hay otra forma más feliz de demarcar tus metas?
Me refiero a las metas de verdad, no las metas que te dijeron que tienes que tener, sino tus propias metas, las que en serio te harían vivir en felicidad, las que te darían dinero y libertad antes de los 60.
Para conocer esas metas y desencajonarlas de PhD’s, másteres, carreras, CEO’s, vida ejecutiva y un miserable cheque quincenal que, es posible, que no te alcanza ni para vivir, lo primero que tienes que hacer es sacar lápiz y papel, y poner tu cronómetro en 90 segundos.
Te pido que respondas estas preguntas en ese tiempo, no pienses de más, sólo escribe lo que se te venga a la cabeza:
1. ¿Qué quiero experimentar en esta vida? Piensa en amor, relaciones, sexualidad, experiencias con tu familia, el carro de tus sueños, el hobby para el que ahora no tienes tiempo, los viajes para los que crees que no te alcanza. No te limites por el dinero que tienes ahora, escribe como si tuvieras una pila de dinero inagotable.
2. ¿Cómo quiero crecer? Piensa en tu vida intelectual, las habilidades que te gustaría desarrollar, un idioma que sueñas con hablar. Piensa en el carácter o personalidad que quieres tener, en tu inteligencia emocional. No olvides tus áreas de salud y ejercicio, ¿quieres correr un maratón?, ¿hacer “x” tiempo de ejercicio diario?
3. ¿Cómo voy a contribuir con el planeta? Desde contribuir con tu familia, amigos, lugar de trabajo, sociedad, ciudad. Puede ser trabajo de voluntariado, enseñar algo o una obra de arte que mueva las emociones de quienes la miran. ¿Cómo quieres hacer un mundo diferente? ¿Quieres donar dinero para diversas causas o crear determinadas cosas que empujen a la humanidad hacia delante?
Ahora ya tienes las metas reales que quieres cumplir y que te harán feliz. Estas tres respuestas son lo que tu alma quiere, lo que tu verdadero ser anhela para hacer de esta experiencia de vida una significativa y memorable.
Guarda ese papel y léelo diariamente, toma acciones, no importa que sean pequeñas para acercarte a esa idea de felicidad que te has permitido compartir contigo mismo.