Mini Spoiler 🔥 de Memorias de una Soltera Mexicana 3
“Me besó en la puerta, me apretó contra su cuerpo. Olía a esa colonia fresca olor a eucalipto y limón que tanto me gusta. Su lengua entró a mi boca, tibia, se encontró con mi lengua y se me olvidaron todos los argumentos que tenía para darle.
Ese día me había puesto una falda de jean que pronto terminó en mi cintura así como mis calzones en el piso. Me tocó con su mano suave, me hacía retorcerme contra la puerta. Pasó su mano por mis pechos apretándolos sobre la blusa que se quitó del camino tan rápido como pudo, dejando mis pechos descubiertos con un bra rosa mexicano que las exaltaba como un par de manzanas listas para ser mordidas.
Me bajó los tirantes y comenzó a besar mi cuello, bajando con su lengua por mis hombros y recorriendo hasta el centro de mi pecho en donde me arrancó el brasier. Su lengua me besó el pecho ampliamente, con su mano exploraba otras partes húmedas de mi cuerpo, mientras se fraguaba un rápido orgasmo que pensaba que no resistiría.
Una pequeña contracción me delató e hizo que él me llevara de prisa hasta mi cúspide. Grité, me estremecí, sentí que me iba a un planeta del cual no quería regresar, un planeta en el cual quería que Dago me lamiera y me chupara y me besara cada centímetro de mi piel. Entonces llegó un segundo espasmo, sentí que moría en un segundo, llevó su mano hasta mi cuello y comenzó a apretarlo suavemente, “la petite morte” de la que tanto hablaba, esa muerte diminuta que se siente cuando el paso del oxígeno se corta un poquito.
Y así la sentí, unos segundos de dulce muerte, de desprenderme de mi cuerpo en partículas de placer que me hacían muecas en la cara que no podía controlar. Me penetraba con sus ojos verdes aceituna, y cuando estaba lista para explotar de nuevo, me dio la última estocada y entró profundo en mí, apretó un poco más mi cuello y ahogó un grito de placer que me ebullía en la garganta.
Nos contorsionamos, temblamos y nos dejamos caer al sillón, en donde mi cuerpo seguía brincando de placer, un placer que no se acababa, que no se detenía, que seguía explotando como fuegos artificiales en mi zona sur. “