Señales
Desde pequeña creo en las señales, pienso que son las diversas interpretaciones que buscamos darle a nuestro instinto, pues nos cuesta mucho creer (entre tanto razonar, pensar y procesar) que tenemos un latido que no se equivoca. Pasamos la vida buscándole la explicación a todo, la vuelta de tuerca a lo que no la tiene y la quinta pata al gato, lo cual complica de sobre manera comprender que, aunque huyamos del hecho, seguimos siendo animales.Me gusta interpretar señales, soy de las que lee las placas del coche de enfrente, suma los números y hace una oración de tres palabras, una especie de kábala urbano, no se si es un juego para perder el tiempo o si en realidad lo tomo en serio; procuro estar pendiente de cosas que todos obvian. Me gusta dejar de hablar si hay un pájaro cantando para poder oírlo, escucho tanto ruido todo el tiempo que cuando un sonido es melodioso caigo hipnotizada. Disfruto de un bello atardecer, no se diga de un amanecer rodeada por los brazos del hombre que amo, estar en silencio simplemente contemplando lo que la vida pone en frente. Y en todo esto que vemos, olemos, escuchamos y sentimos es en donde se manifiestan las señales. Un ser amado se fue de mi vida, un ser que llenaba mis alegrías, en quien pensaba todos los días, a quien veía y me iluminaba el corazón. Fue tal el dolor que estuve un poco ausente por unos días y era justamente porque quería encontrar una señal, algo que me dijera que ese ser de carne y hueso que se fue de mi lado había llegado a algún lugar mejor y al saberlo llegaría el consuelo. Llegue tan cansada a mi casa y con la losa del dolor sobre la espalda cuando un color amarillo saltó a mi vista, -allí no hay nada amarillo- pensé y cuando me acerqué estaba la mariposa más hermosa que he visto jamás. Era un ejemplar único, pasé suavemente mi dedo por sus alas amarillas y delineadas en negro como un antifaz, con toques azules y una forma que ni el artista más pulido lograría. Siempre he tenido una conexión con los seres elementales, jamás los he visto y espero de alguna manera nunca verlos pues es lo que hace más fuerte la fantasía, pero estoy segura que deben existir y dentro de todas las historias que conozco, las mariposas son protagonistas. He desarrollado una fijación por las mariposas porque han sido portadoras de señales toda mi vida, cada que encuentro una mariposa siento una vibra especial, probablemente sea somatización pero la realidad es que llegan en momentos muy específicos y dejan un efecto tranquilizante en mí. Pensé que no podía volar, no se qué me hizo creer que se habría lastimado, yo creo que porque se dejaba acariciar, porque tomé sus grandes alas entre mis dedos y pase mi pulgar por su cuerpo lleno de pelusa. La quise sacar de mi casa porque allí no tendría que comer, así que la tomé por sus alas y logró escapar de mí, elevó un vuelo tan suave y armonioso que me mantuvo observando su belleza, la tomé entre mis manos y la coloqué en mi planta de afuera, me despedí y la volví a acariciar. Sentí ganas de llorar, pero era un llanto en extinción, una pena que cambiaba de color en mi pecho y que me alojaba una sonrisa de resignación. Sabía que tenía que dejar ir esta mariposa, así como he tenido que dejar ir más, porque cada que una de ellas se presenta conmigo de frente es sabiendo que en algún momento se irá y nunca más la volveré a ver, -deja ir- pensé, y recordé cada segundo con ella, cada vez que me despertaba a lengüetazos, cada mirada tierna, cada uno de sus sonidos al dormir. Entonces entendí que la señal que buscaba y necesitaba para soltar, era lo primero que debía liberar.