Mi papá
Una vez una mujer me dijo que su hija no necesitaba un padre. Que ella podía sola, y así alejó a la niña de su padre, porque, aunque él deseaba estar cerca de ella, su madre pensaba que “a la única que necesita es a su mamá”.
Nunca pude decírselo, qué equivocada estaba.
Mi padre… creo que nunca he compartido con ustedes lo que siento por mi padre. Mi padre es un hombre que me inspira, es una enseñanza de vida.
Es un hombre que ha sabido ser mi héroe de todas las formas posibles. Desde que me enseñó a dialogar y no a llorar, hasta que me impulsó a encontrar un hombre para mí que fuera todo lo que él siempre me enseñó.
Mi vida sin mi padre, simplemente, no la imagino. Sería gris, vacía de tantas y tantas cosas que hoy me hacen la mujer que soy. Mi padre es el primer hombre del que me enamoré cuando apenas podía hablar y ese modelo que me sirvió para poder escoger al amor de mi vida.
Mi madre no se equivocó cuando lo escogió a él como mi padre, porque ambos hicieron un trabajo maravilloso, regalándome una familia perfecta que no cambiaría por nada. Gracias, madre, por tu sabiduría.
Él me enseñó lo importante que era hacerme respetar, lo fundamental de encontrar a una pareja sensible, me enseñó la caballerosidad desde la cuna, así que no pude, jamás, ir por menos.
Un hombre, que no era tan hombre como mi gran padre, jamás estaría a mi altura, y así dejé ir a muchos, porque nunca lograron ser tan hombres como mi padre ha sido en mi vida.
Mi papá ha sido mi confidente, mi cómplice, mi amigo, mi héroe, mi modelo a seguir, ha sido la gran mancuerna de mi madre a la hora de mostrarme el instructivo para vivir esta sencilla vida que parece tan compleja.
Por eso cuando veo una pequeña niña con su padre, recuerdo al mío, lo evoco y sueño con el momento que nuevamente pueda abrazarlo, en que pueda recordarme, a punta de memorias, por qué soy como soy, en qué momento me convertí en esta mujer que entre él y mi madre alcanzaron a moldear.
Hoy felicito no sólo a mi padre, sino a todos los padres que son buenos y dedicados con sus hijos, que comprenden la importancia de brindar a un ser esa imagen que resulta fundamental en nuestras vidas.
Felicito a mi papá, por ser el mejor que me pudo tocar, gracias a él y al ejemplo que siempre me dio, gracias a la vida por permitirnos existir juntos.
Felicito a los papás, porque no por no habernos parido son menos importantes, porque un padre que sabe ser padre es tan valioso como una madre.
Y felicito más a los que tienen hijas, porque ustedes son nuestro primer amor y de ustedes depende la felicidad que nos espera en el porvenir.
Gracias, papá, por ser tan bueno, que me preparaste para encontrar al mejor hombre para mí. Gracias por enseñarme que lo único que debía buscar sin descanso es la felicidad. Gracias a ti supe ser feliz. ¡Felicidades, papá!