Muchos mensajes me anduvieron diciendo, por un tiempo, que debía jugar más.
De repente leía en algún libro la importancia del juego en nuestras vidas y cómo los adultos relegábamos para, escasas ocasiones, el juego.
Luego, tomando un taller sobre canalización de Ángeles, llegó a las reflexiones el tema de ser más juguetón en la vida, no tomarnos todo tan en serio. Y así, de diversas formas le jalaron las orejas a mi conciencia "¡Anna Bolena! Por Dios, deja de tomarte todo tan en serio."
¿Recuerdas cuando eras niñ@ y jugabas a la nave espacial?
Yo recuerdo claramente a todos los primitos metidos en la bodega de la abuela, jurando que estábamos en el espacio y que nos atacaban los extraterrestres.
Para nosotros, que no pasábamos de los 7 años, esa era la realidad que creábamos en ese momento. Como tal la vivíamos. Hasta el corazón se aceleraba cuando el extraterrestre intentaba entrar por la puerta trasera de la nave.
Es curioso pero de niños somos mucho más sabios de lo que parecemos a tan cortita edad... De niños sabíamos crear y ajustar nuestra percepción. Sabíamos que el tiempo no tiene medida y que en la imaginación estaba la llave para vivir todo lo que fuera que se nos ocurriera.
Si lo podíamos imaginar, lo podíamos crear.
Las expectativas de ser un adulto modelo, incluyen volverse serios ante la vida, en un trabajo serio, con una familia seria, con un hombre que quiera "aseriarse" contigo o una mujer que se vea "seriecita".
La seriedad mató al gato, en serio, no fue la curiosidad.
Hay que conectar nuevamente con esa jovialidad interna. Afrontar nuestro día a día de manera juguetona, creativa y alegre.
Jugar a algo es creértela por completo, estar perfectamente presente, no tomarte nada personal –es un juego–, crear, inventarte, imaginar tan grande como puedas y jugar a crearlo así sea un pasito a la vez.
No importa si llega el mar y se lleva el castillo de arena, ¡lo divertido es construirlo! Tomas nuevamente tu cubeta y arrancas a construir, con la misma paciencia y el mismo entusiasmo.
Comprendí que jugando me divierto más y que cuando me divierto me vuelvo más creativa, mi entusiasmo me hace vibrar más alto y con ello accedo con más claridad a la inspiración.
Cuando me permito ser yo, tal cual mi movimiento es, tengo mayor productividad.
Así, les quiero contagiar de este juego llamado "jugar a vivir", jugar a aprender algo nuevo en todo, jugar a reírse del drama y a cargar maletas vacías llenas de tesoros imaginarios.
Juega a vivir tan presente que no se te borre de la memoria, juega a ser tan "tú" que no te desconozcas en el camino.
Así la vida, de juego en juego.