Los días de Menstruación
A los 5 años llegué al cuarto de mi mamá a anunciarle que me había llegado la menstruación… por la nariz. Mi madre, seguramente entre risas, me explicó que la menstruación bajaba, no subía.
Mi madre siempre fue muy abierta conmigo y desde muy pequeña me explicó lo que era la menstruación, posiblemente le faltó ese detalle difícil de adivinar, pero en fin, es probable que tener una relación temprana y sin tanto tabú de la menstruación, me haya hecho interesarme por ella durante mi edad adulta.
La Menstruación no es solo sangre que soltamos cada 28 días, la menstruación es un flujo energético que se expresa libre y nos invita a movernos y a habitar la piel de mujer que escogimos para esta vida.
Ella, la menstruación, tiene vida propia, una especie de consciencia que nos visita y nos obliga a verla, nos obliga a sentirla y si no le hacemos caso, entonces, duele.
Durante miles de años las mujeres menstruantes han sido relegadas, secuestradas, limitadas, escondidas y motivo de vergüenza, es más, algunas religiones muy practicadas sostienen que las mujeres sangramos porque es el recordatorio de dios de que somos sucias, impías y llenas de pecado.
Me imagino al sádico de ese dios al que se refieren estas religiones, pellizcándonos el vientre como endemoniado para cobrarnos un pecado que se inventaron hace miles de años y que nada tiene que ver con ser mujer.
Ahora, dejando la mitología para otra lectura…
Me enfoco en lo que resuena más sensato para mi corazón: La menstruación es la que nos habla de sanidad en nuestros años jóvenes, la que llega cada mes a enseñarnos sobre la sabiduría que se encuentra en la introspección. La menstruación es lo que me dice que estoy viva y soy mujer, que puedo crear desde mi vientre llámese vida o proyectos o ideas. La menstruación me enseña que puedo ser una, dos y tres mujeres a la vez, que puedo ser todas a la vez, Ella me habla de libertad.
Nos dijeron que el dolor es una consecuencia de nuestros pecados pero no, es una consecuencia de los siglos de represión femenina. Si en tiempos de antaño menstruar significaba que a las mujeres nos avergonzaran y nos humillaran hasta decir basta, entonces eso se fue quedando en la memoria genética ancestral y ahora que somos conscientes de ello, debemos sanarlo.
Sanar el femenino es eso, es limpiar todas esas memorias de dolor que no nos corresponden, que no vivimos en esta sino en vidas pasadas de otras mujeres de nuestro linaje que nos fueron pasando sus dolores y traumas. Hemos sido creadas desde una expresión del femenino limitada, debemos volver a quien verdaderamente somos: Diosas.
Tenemos que limpiar el asco, es lo primero. Si le tienes asco a la sangre de tu menstruación, si te molesta como huele y untarte de ella sería catastrófico, tienes mucho trabajo por delante por hacer.
Tenemos que limpiar la vergüenza. No tiene nada de malo menstruar, es normal, es bello, es natural.
Tenemos que limpiar el dolor. Se los dice una mujer que cada 28 días hasta hace un par de años, sufría cólicos de esos que desmayan, de esos que sientes que estás pariendo y no hay ni una pinchurrienta epidural que acabe con tu miseria.
Me he visto tirada en el piso, como si me hubieran agarrado a golpes, como si me hubieran sacado el aire de una patada, mientras transitaba por el segundo día de mi regla.
Me he desmayado, varias veces, de dolor. Me he llegado a tomar más de 1000 mg de ibuprofeno y que no me haga efecto. He cambiado de medicina mil veces porque con cada periodo van dejando de hacer efecto.
He dicho “qué asco mi sangre y no hay peligro que la siembre, que me unte de ella, ni que me ponga una copa”. (Qué les puedo decir, hasta he dicho que no era feminista).
Todo eso quedó en el pasado. Trascendí todos y cada uno de estos escenarios, no por obra y gracia de la palomita buena onda, sino porque decidí trabajar en mi femenino, mi ciclo, entenderlo, observarlo y escucharlo.
El último cólico asesino que me dio fue hace ocho meses y antes de ese habían pasado varios meses sin experimentarlos. Sí, me siento cansada en mis dos primeros días, pero más que cansancio es una especie de necesidad de cueva, una necesidad de instrospección.
La última vez que recurrí a una pastilla para asistirme un cólico me di cuenta de lo terribles que son, no porque nos quiten el cólico, en eso son efectivas, pero nos quitan todas las otras sensaciones también. Recuerdo que tenía a una amiga de visita y quise tomarme una para no sentir dolor y de un momento a otro me di cuenta de que no solo no sentía dolor sino que no sentía tampoco esa necesidad de encuevarme, era esa mujer plana emocionalmente, otra vez, que podía hacer shopping como si nada cuando su mes había llegado.
Toda esa necesidad de que las mujeres seamos planas de emociones, aparentemente acíclicas y locas en caso de salirnos de esa norma son ideas antiguas, machistas y del patriarcado que se siente amenazado por el poderío cambiante de una mujer, de una Diosa.
Y no hablemos de la píldora porque esa es otra historia de terror que les voy a contar cuando estemos hablando de ovulación en un par de semanas.
Por eso, hoy estamos todas chuecas con nuestro ciclo, por eso nos matan los cólicos o nos baja como si nos fuéramos a desangrar, por eso nuestros cambios de humor son aún más drásticos de lo que podrían ser si fuéramos conscientes de nuestro ciclo.
No es casualidad que cuando llegamos alrededor de los 30 nos empezamos a topar con talleres y personas que trabajan el femenino, porque nos estamos dando cuenta de que es necesario volver a la matriz, es una batalla que no podemos ganar, la de mantener dormido a nuestro femenino. Ella es poderosa, Ella es lo que nos mueve, la energía de la Diosa, la Diosa que muta en los 4 innegables arquetipos que somos durante nuestro ciclo.
En esos 7 días, aproximadamente, que duran los días de menstruación hay una cantidad de sabiduría que no imaginamos cuando estamos dopadas de pastillas anti cólico. La oscuridad en la que entramos durante esos días nos lleva a reflexiones, perspectivas y entendimiento que no tenemos durante las otras fases de nuestro ciclo. Es el momento de obtener todas esas respuestas que buscamos desesperadamente cuando le pedimos a la amiga bruja que nos lea las cartas. Tu vientre, tu menstruación, son tu oráculo y cuando estás menstruando tienes a la maestra en casa.
Darnos amor, educar a las personas a nuestro alrededor sobre qué necesito en esos días es nuestra responsabilidad pues vivimos en un mundo en el que aún, no se sabe casi nada sobre lo que las mujeres necesitamos. Estamos aprendiendo, estamos reconociendo y nos estamos compartiendo para despertar juntas.
En tu próximo ciclo menstrual haz tres cosas: tómate un día para ti, si eso es llamar a la oficina y tomar un día de vacaciones, pues hazlo. Dedícate a darte mimos, comida saludable y a meditar en lo que estés pasando por tu vida. Encuentra un espacio solo para ti, para colorear mandalas, cantar mantras, sacar tus oráculos. Haz una ceremonia para tu ciclo, como tu intuición te lo diga, simplemente sigue tu corazón.
Escribe en tu diario y respóndete estas preguntas:
¿Qué quiero poner de intención para este ciclo que comienza?
¿Qué dolores o penas por ser mujer estoy dejando ir con cada gota de sangre?
¿Cómo es la nueva Yo que emerge de este nuevo ciclo?
MI LUNA
No te puedes perder el nuevo Curso/Taller que estoy preparando llamado MI LUNA. Este curso les va a enseñar en una sola clase cómo documentar su ciclo y volverlo ritual. Con solo 3 ciclos, 3 meses, de observación vas a darte cuenta de los caminos que debes emprender para sanar con más efectividad, te conectarás con tu intuición femenina, te sentirás más fluida en tu movimiento, más sensual, más sexy, más dispuesta al sexo, más creativa, más enfocada. Les digo de verdad, me sigue sorprendiendo que algo tan simple sea tan poderoso y mágico.
Además van a quedar como parte de una página privada por medio de la cual ya trabajo el ciclo con otras mujeres. En esa página tienen montón de contenido que además se abona cada mes. Tendrán descuentos en sesiones privadas, eventos solo para la comunidad de Mi Luna y por ser introducción y el primerito taller de muchos que vienen, va a ser un precio muy especial.
Y por esta vez ser el lanzamiento de este taller, voy a regalarle a las que se suscriban el acompañamiento para la copa o los yoni eggs. Acompañar es asistir emocionalmente, aclarar los miedos y acompañar en la distancia a la que se inicia. Bien sea la primera vez que vas a usar la copa o a sembrar un yoni egg en tu vagina, siempre es mejor tener a alguien que nos ayude con su experiencia y nos guíe para hacer lo mejor de la nuestra.
¡Manténganse atentas!
Les mando amor,
Annie.