Eso bonito que dicen por ahí de vivir en tu verdad

Esta foto sin filtros me encanta porque así es como me gusta verme y sentirme: sonriente, tranquila y confiada, la captó mi buen amigo, parte de mi manada, Andres Henao.

Vivir anclada en tu verdad. Una frase que a veces pareciera no entenderse ¿cómo me anclo? y mejor aún, ¿cuál es mi verdad? A veces pasa que primero tenemos que aceptar la verdad de quienes somos para después portarla frente al mundo, con la frente en alto, sabiendo que, sea como sea nuestra expresión, es perfecta.

A mi querida amiga Vero, le debo el regalito que me dejó incitándome a ver QUEER EYE, una serie en Netflix que si eres lo suficientemente noventero, ya la habrás visto y conocido como QUEER EYE FOR A STRAIGHT GUY. Gracias al cuarto capítulo de la primera temporada es que nace esta reflexión. 

El 2017 fue un año de hablar con la verdad, todo el movimiento #MeToo, #Timesup, entre tantas iniciativas en pro de la igualdad de género nos hicieron poner en voz alta la verdad de tantas mujeres. 

Nada me hace identificarme más que esa sensación de miedo antes de hablar tu verdad y esa sensación de descanso una vez la has expresado. Por eso vuelve a mi, en forma de un adorable afroamericano gay que decide expresar la verdad de quien es a un ser amado.

Y no importa que nuestras vidas sean tan diferentes, tantas mujeres, tantos hombres, tantas cosas que nos guardamos sino por género, por inclinación sexual, por miedo, por "deje así", por lo que sea... vivimos en un mundo con personas que todos cargamos nuestra verdad, la diferencia es quienes viven en ella auténticamente y quienes aún la cargan como si fuera una cruz de silencio. 

Pasa que cuando tienes miedo de hablar porque puedas ser rechazada o tachada de loca o en una de esas tu verdad mata a tu papá - como en mi caso juré que lo mataría y una vez tuve el valor de contarle  sobre el abuso sufrido, no solo descansé sino que no lo maté, pero esa es otra historia, continuando....- cuando tienes miedo de hablar te paralizas y vivir en la sombra pareciera más fácil; NO ES ASÍ.

Si no leíste mi escrito de liberación, puedes ir AQUI

Creemos que nuestra verdad es tan pesada como la sentimos, lo que pesa en sí no es la verdad, sino el silencio, el no vivirla, el no expresarla. El miedo a que los demás piensen que algo malo hay contigo o a lo que vayan a hacer en reacción a tu verdad. 

Lo que sea que tu verdad cause en reacción es tema de quien la recibe, sus prejuicios, falta de perspectiva o empatía con tu verdad es lo que hace que una persona te rechace, son sus paradigmas, no los tuyos, si así es rodéate de personas que te amen por lo que eres, te sentirás más libre. 

Hablar con tu verdad no solo es compartir algún aspecto importante de tu vida con los seres que te importan y conforman tu familia de sangre o escogida (o como yo la llamo: manada),  tiene mucho que ver también con tu auténtica expresión cotidiana y tu forma de actuar o accionar.

La auténtica expresión es lo que te nace, lo que eres inevitablemente, lo que te duele esconder, lo que te cuesta trabajo callar, lo que te da pena que se enteren que piensas o eres, lo que crees que te hará ser señalado o juzgado. 

Si analizas todos esos aspectos que parecen sencillos, aunque no lo son, te darás cuenta de que en muchas ocasiones vivimos desapegados de nuestra auténtica expresión, la convertimos en un amasijo de: lo que los demás quieren de nosotros, lo que nos dijeron que estaba correcto y lo que no me atrevo a confrontar, entre varios otros ingredientes. 

Esa verdad medio desfigurada que vivimos porque nos da pánico ser quienes somos de verdad. Curioso que cuando por fin decidimos liberarnos y ser como nos da la chinchurrienta regalada gana de ser, de sentir, de abrazar, de mirar, de tocar, de reaccionar, de accionar, de decidir, de hacer, de confrontar, de analizar.... es entonces cuando por fin estamos haciendo valer los momentos.

Todo mi amor para ti,